miércoles, 17 de octubre de 2012



Este es un fragmento de un articulo de Nico Schvarz publicado en La Onda (25/9/12) sobre la escultura de Artigas en Artigas y su escultor.


El creador del monumento a Artigas

Los 100 años de Gonzalito
 
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 Pablo Neruda y el “Artigas”
 
La mencionada foto con Neruda me trae un recuerdo muy vivo. Están los dos ante la escultura del caballo recién salida de los talleres de Regusci y Voulminot, y Neruda estampó su firma al pie de la foto con su característica tinta verde con esta leyenda: “A Armando González, los 2 bajo Artigas”. El poeta miró la estatua ecuestre desde todos los ángulos y comentó que debía montarse sobre un pedestal bajo, de manera que los niños pudieran jugar bajo las patas del caballo. Pero hasta llegar a ese punto fue necesario pasar por una serie inenarrable de dificultades y vicisitudes.
    Gonzalito había ganado el concurso estatuido por la Intendencia del departamento de Artigas para realizar el monumento al prócer. El jurado estuvo constituido por el gran historiador Juan Pivel Devoto, el senador blanco Ángel María Cusano, el escultor Severino Pose y el arquitecto Carlos Herrera Mac Lean (el padre de Belela Herrera), y eligió por unanimidad, entre 17 proyectos, al de Armando González. Para su realización surgieron en primer lugar problemas de recursos, porque los que habían sido comprometidos por la intendencia de Artigas tardaron años en llegar, y sólo en parte. Las peripecias que atravesó el escultor para conseguir los fondos podrían ser base de una novela: desde desprenderse de cuadros y esculturas hasta dar clases en Bellas Artes y la UTU y endeudarse (en años de inflación galopante, además).  En esas condiciones, la obra le insumió diez años de trabajo hasta su culminación en 1968.
   Estuvo largo tiempo frente a su taller, al aire libre, y fue entonces que se erigió en el punto de referencia de toda esa zona de Malvín. Después fue exhibida en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo. Allí estaba en el acto inicial del 26 de marzo de 1971 del Frente Amplio, nacido dos meses antes, el 5 de febrero. Fue cuando Líber Seregni realizó su invocación: “Padre Artigas, ¡guíanos!”.
    Recién el 14 de abril de 1972 llegó carta de la intendencia de Artigas invitando a Gonzalito para asesorarla sobre el emplazamiento del monumento. Pero todo se paralizó, y sobrevino el golpe de estado. La conducta de la dictadura fue canallesca con el autor del monumento. Todos los obstáculos que interpuso a su emplazamiento fueron descritos en oportunidad por el Dr. Nicolás Grab, que los siguió y los padeció paso a paso. Con el agregado de que Gonzalito fue detenido por agentes de la dictadura el 14 de enero de 1975 en su rancho de Malvín  y conducido al centro de reclusión y tortura de la calle Maldonado, en Montevideo, fichado, interrogado y encapuchado. Finalmente, al año siguiente (1976) la estatua fue instalada en la plaza Artigas de la capital departamental, en condiciones muy distintas a las que había aconsejado el escultor y sin que éste participara en el acto de inauguración. Se dice que la actual intendenta de Artigas, Patricia Ayala, ha expresado su voluntad de modificar el actual estado de cosas para ponerlo más acorde con la concepción original que sostuvo el escultor conjuntamente con su amigo y colaborador, el arquitecto salteño César Rodríguez Musmanno. Ojalá que así sea.
         Armando González ha fijado en términos muy claros la concepción que anima esta obra escultural mayor. En sus palabras: “He buscado en este Artigas lograr la unidad de serenidad y dinamismo, de acción y de pensamiento. Un Artigas no como un guerrero absoluto; no como un pensador absoluto. No, sino como un hombre al mismo tiempo de lucha, de acción y de pensamiento”. En otro lugar señalaba que el lado derecho del conjunto estaba concebido “con ritmos envolventes, que dan sensación de equilibrio y serenidad” a la vez que “el ritmo de la izquierda, en base a grandes diagonales y direcciones en zig-zag da sensación de avance, de lucha y energía”. Explicitaba además que con la estatua procuraba expresar “la armonía del hombre de ideas y del combatiente”. O sea: Artigas, pensamiento y acción. De eso discurrían en sus recordadas pláticas con Neruda.

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